17 de junio de 2011

Nunca

Suele decirse de alguien cuando se marcha para siempre que ha sido un regalo para quienes han compartido su vida con él, suelen quedarse cortos los elogios y el mensaje viene a ser que se ha ido por eso, porque algo o alguien superior a nosotros ha decidido que así sea, porque merecía estar con él, pero no deja de ser un simple consuelo. Además, en muchos casos todos esos elogios y buenas palabras suelen ser una exageración.
Pero ¿qué ocurre cuando no es así? ¿Qué ocurre cuando quien se ha ido se merece todos esos elogios y más?
Hace un año que no estás y ninguno nos acostumbramos a ello. Somos muchos los que hemos soñado que estabas aquí de nuevo, somos muchos los que hemos hablado de ello y somos muchos los que te hemos recordado pensando en que tu marcha fue la más injusta de las que podía haber.
Cuando te fuiste y aun todavía resuena en mi mente una palabra, una palabra que ha sido para mí la más dura y la más difícil de asimilar. Nunca.
Nunca fue la palabra que vino a mi mente la noche en que te fuiste, y a la siguiente, y en muchas otras, y ese nunca vino acompañado de incontables recuerdos junto a ti, recuerdos y momentos que ya nunca más se iban a repetir.
Nunca escucharía tu voz, nunca te volvería a abrazar, nunca volvería a escuchar tu risa, nunca podría volver a coger tu mano, nunca podría darte una sonrisa y nunca me la devolverías. Nunca. Nunca antes una palabra me había resultado tan dura.
Sin embargo, con el tiempo he conseguido darle la vuelta a esa dureza y conseguir que la palabra suene menos dolorosa y es que se que, pase lo que pase, nunca te podré olvidar. Nunca.
Te quise, te quiero y te querré siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario