21 de enero de 2012

El mar en el horizonte

¿Por qué me sentí así? No lo sé. Tengo el mar cerca pero nunca lo he recordado con cariño, nunca lo he vivido con toda plenitud aunque han sido muchas veces las que la arena se ha enredado entre mis ropas o las que he visto como cielo y mar se fundían en la más oscura noche.
Aquella vez el tren dejó atrás la ciudad para adentrarse entre campos y montañas y yo despertaba del cuarto sueño interrumpido de aquel viaje. Cuando miré por la ventana el paisaje era precioso. El amarillento de los campos abrasados por el sol del verano reinaba hasta donde alcanzaba la vista, incluso algunas montañas se perfilaban a lo lejos. Sin embargo, algo que había estado siempre ahí ya no lo estaba.
Estaba lejos de casa, lejos de la seguridad de las calles conocidas. Y no veía el mar en el horizonte.
Lo extrañé.

No hace mucho mientras viajaba en autobús el sol cegó mi mirada a través de la ventana y la cortina me proporcionó resguardo mientras me alejaba del mar. No pensaba en él, no pensaba en nada en concreto., pero lo iba dejando atrás.
Cuando el sol empezó a perder fuerza retiré la cortina de mi mirada para toparme con un paisaje desconocido hasta que a lo lejos apareció el mar. Ahí estaba con su azul profundo extendiéndose como un largo manto hasta casi rozar el cielo. En ese momento recordé el vacío al no encontrarme con el mar en aquel viaje en tren y una calmada alegría me invadió sin querer. Estaba lejos, todavía dudo si era el mismo mar. Pero ahí estaba.

El mar en el horizonte me hizo sentirme cerca de casa.

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