13 de diciembre de 2011

Mi pelotita azul

Cuando somos pequeños nuestra fascinación por un juguete (un muñeco, un coche, un osito de peluche sin el que no podemos dormir...) puede llegar a ser enorme y aunque no recordemos si nosotros llegamos a tener algo así cuando vuelven a haber niños cerca se observa perfectamente.
Yo nunca he tenido un muñeco al que idolatrar ni peluches con los que compartir mi cama, sin embargo y antes de empezar el cole (teniendo unos 2-3 años) tenía una pelotita azul que lo era todo para mí. Mi madre la guardaba en el cajón de la mesita y todas las noches antes de dormir se la pedía para dormirme con ella entre las manos. Era una pelotita totalmente azul de esas que botan mucho y era en ese entonces mi mayor tesoro, un tesoro que se perdía entre mis sábanas y que mi madre se encargaba de encontrar para volver a dármelo la noche siguiente.
Un día decidí llevar mi preciado tesoro a la guardería. Recuerdo que tenía un patio trasero donde había arena, toboganes, algún que otro columpio... sin embargo la calidad de esas atracciones era tan mala que tuvieron que cerrar esa zona para arreglarla. Ese fatídico día salimos al patio de atrás y me acompañaba mi pelotita azul. No recuerdo a que nos dedicábamos exactamente solo se que cuando pasaba un avion todos le decíamos adiós como locos pero ese día yo tenía algo más importante. Saqué mi pelotita azul de mi bolsillo y empecé a jugar con ella haciéndola botar poco para no perderla de vista. Entonces, en un golpe fuerte mi pelotita azul botó por encima de la pared que nos separaba de la zona de juegos en reconstrucción y se perdió para siempre. Recuerdo llorar, recuerdo querer saltar y recuerdo querer que alguna de las cuidadoras pasara para recuperar mi preciado tesoro pero nadie hizo nada. Mi tesoro quedó enterrado en la arena para siempre. Quizás algún otro niño la recuperó o quizás siga bajo tierra esperando a que llegue mi madre a rescatarla para que me la de alguna noche.
Muchos años después en unas vacaciones familiares sacamos unas pelotitas parecidas de las típicas máquinas de juguetitos y gracioso destino que yo saqué una pelotita azul. Bueno, no es del todo azul pero desencadenó en mi una serie de recuerdos que mi madre también mantenía. Lo pasé muy mal con la pérdida de mi pequeño tesoro y sobretodo con la negativa de las cuidadoras de buscarla, ni siquiera hicieron el esfuerzo. Creo que es un trauma de mi infancia.
¿Quién sabe como ha podido repercutir la pérdida de mi pequeño gran tesoro en mi desarrollo?

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