15 de mayo de 2013

Añicos

La botella, como su vida, se le fue de las manos y cayó hasta convertirse en añicos. Miles de pedazos esparcidos por el suelo, ya sin solución. Se había roto su vida, pero lo peor de todo es que esos pedazos todavía dolían pues se clavaban en las plantas de sus pies.  Cada paso, cada pinchazo, cada corte y cada gota de sangre eran lágrimas y gritos que había ido ahogando noche tras noche en su interior sin saber que hacer, sin saber que querer.
Su vida, como la botella, se le fue de las manos y ahora yacía en añicos por el suelo.
Sin solución.

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