18 de agosto de 2012

Cortinas

Un largo pasillo que no parece acabarse nunca. Mal iluminado, con tramos en los que la luz brilla como si fuera de día y tramos por los que se intenta seguir aunque haya que guiarse por el tacto y las paredes porque la oscuridad se abalanza casi sin avisar.
Hay que avanzar, siempre. Hay que intentar abrir las puertas que alguien nos cierra con llave porque escuchamos como lo hacen, desesperados, intentando ocultar miles de secretos. Hay que apartar las cortinas que nos ponen cada día para intentar distraernos o para intentar hacernos desistir de nuestro camino y que estamos hartos de correr. Pero siempre hay gente que se hace una maraña con ellas y tropieza quedándose en la oscuridad para siempre. Aun así, hemos de continuar.

Es posible que al final de ese largo pasillo encontremos la luz de verdad. Quizás consigamos abrir la última ventana, esa que nos ocultan con tanto recelo detrás de incontables cortinas.

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