13 de noviembre de 2011

Su hora

Enredada entre las sábanas y las mantas que cubren toda su cama intenta protegerse del frío que hace fuera pero lo que no sabe es que el frío que no deja de sentir es en realidad una sombra lenta que se le acerca inevitablemente. Con mano temblorosa enciende la lamparilla y sus ojos vidriosos no alcanzan a ver la hora que marca el reloj. Ya no sabe cuantas veces lo ha mirado, ya no sabe que hora marca ni por que la mira. Quizás lo haga porque quiere que ese viejo reloj marque una hora concreta. Su hora.
Pero el reloj no es lo único que llama su atención. Un poco más allá descansa una fotografía que muestra el rostro de una mujer y costándole casi la vida misma intenta incorporarse para tan solo rozar el cristal con la yema de sus dedos.
Está dormida, le han dicho una y otra vez. Pero se fue a dormir sin avisar, se fue a dormir sin despedirse y no sabe adivinar por qué. Sus ojos vidriosos la miran, sus ojos vidriosos parecen hablarle e intenta articular palabra pero no consigue decir nada. Sin embargo su vieja mirada dice mucho más que cualquier palabra. La está llamando, le está pidiendo que venga. Le está pidiendo que despierte de su sueño y que venga con ella. Que venga a por ella.

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