8 de octubre de 2013

Hoy

Todavía con dudas se sentó delante de una recargada mesa. Debajo del fino mantel se podía intuir su forma circular y las pequeñas velas que latían sobre ella proyectaban extrañas y temblorosas sombras que también se reflejaban y bailaban en la enorme esfera de cristal que reinaba en el centro. Atrapada por la decoración no se dio cuenta de que alguien la observaba a través de una cortina formada por pequeños cristales y tras levantar por fin la mirada de la mesa se topó con ella.
Era enana y encorvada, iba ataviada con un pañuelo raído y deshilachado que le tapaba casi toda la cara salvo unos arrugados y cansados ojos que la miraban fijamente. Se sentó en frente suyo y sin decirle nada tomó su mano durante unos instantes y la acercó a una de las velas para examinarla y tras cerrar los ojos durante unos instantes concentró su escasa vista en la bola de cristal.
Una sorprendente voz dulce rompió el silencio.
-Una mitad de la vida se nos va recordando el pasado. La otra mitad se nos va imaginando el futuro. ¿Qué nos queda para el presente?- La joven no sabía si debía contestar o no y cuando por fin mojó sus labios para intentar decir algo la vieja le hizo una seña con la mano para que se callara.
-Tienes dudas ¿verdad? No te preocupes, el futuro siempre las genera. La gente viene a mi con la esperanza de que les diga que todo va ir a mejor, que sus problemas se van a solucionar y que finalmente van a ser felices. Y cuando creen saber que todo va a ir a mejor ¿qué hacen? Nada. No hacen nada. ¿Para qué, si todo se va a arreglar solo? En realidad a mi me importa poco lo que acaben pensando, me pagan igual. Y si así son felices ¿quién soy yo para arrebatar esa felicidad?
Sin embargo tu no piensas igual. Tu mirada me lo dice. Tu pasado esta ahí, como el mío, como el de todos. ¿Te atormenta? ¡Déjalo atrás como él te ha dejado a ti! ¿Y mañana qué, te preguntarás? ¿Qué será de mi?
Si piensas que esta bola me lo dirá con todo lujo de detalles estás muy equivocada. Podría decirte muchas palabras y muchas frases alentadoras, podría darte mil y una esperanzas pero sabes que en realidad son solo eso, palabras vacías que se pierden si tu no haces nada. Sin embargo hay una que sí te voy a decir. Y aprovéchala porque el gesto es gratis.-
La vieja sacó un papel tan arrugado que parecía un calco de sus patas de gallo y con firmeza escribió algo en él.
-La voluntad- dijo mientras sus ojos reflejaban el brillo de su sonrisa oculta. La joven le pagó con otra sonrisa y salió del oscuro lugar sintiendo como el sol golpeaba sus ojos y le obligaba a cerrarlos durante un instante. Cuando los abrió sus dedos ya habían abierto el papel y como si quisiera saborear cada letra leyó lo que en él había escrito.

Hoy.