27 de agosto de 2012

La luna tampoco es perfecta

Que inteligente debe ser la luna pues por mucho que queramos no nos deja ver su cara oculta. Y que débiles podemos llegar a ser nosotros que por mucho que intentemos ocultar alguna de las nuestras  siempre acaban saliendo a la luz.
Quizás el lado que nos oculta la luna es tan terrible que si lo viéramos solo nos produciría dolor, desgarro y una extraña sensación de vacío y silencio. Esa vacío que intentamos expulsar con suspiros al ver que algo que creíamos bello en realidad no lo es.
Pero no importa. La luna tampoco es perfecta.
 Por mucho que brille, por mucho que deslumbre y por muchas estrellas que le rodeen sabemos, sin verla, que tiene una cara oculta.

23 de agosto de 2012

Miedo al mundo

Me asusta el mundo. Me asusta este mundo. Me asusta vuestro mundo. ¿Por qué? No lo sé... ¿a caso el miedo tiene alguna razón de ser? ¿De dónde me viene? Quizás lo que tema es el no pertenecer a este mundo... el mundo de todos, menos el mío.
¿Quizás porque no he tenido el valor de entrar dentro de él? ¿Quizás porque me limito a mirarlo como quien mira a través de la ventana a su posible amor caminar calle abajo pensando en lo que podría pasar y no comprobándolo sin más?
Me asusta el mundo y veo que a ti no.
Enséñame a no temerlo. Enséñame a no escapar. Déjame entrar en él.
Enséñame a no temerlo.
Contigo.

18 de agosto de 2012

Cortinas

Un largo pasillo que no parece acabarse nunca. Mal iluminado, con tramos en los que la luz brilla como si fuera de día y tramos por los que se intenta seguir aunque haya que guiarse por el tacto y las paredes porque la oscuridad se abalanza casi sin avisar.
Hay que avanzar, siempre. Hay que intentar abrir las puertas que alguien nos cierra con llave porque escuchamos como lo hacen, desesperados, intentando ocultar miles de secretos. Hay que apartar las cortinas que nos ponen cada día para intentar distraernos o para intentar hacernos desistir de nuestro camino y que estamos hartos de correr. Pero siempre hay gente que se hace una maraña con ellas y tropieza quedándose en la oscuridad para siempre. Aun así, hemos de continuar.

Es posible que al final de ese largo pasillo encontremos la luz de verdad. Quizás consigamos abrir la última ventana, esa que nos ocultan con tanto recelo detrás de incontables cortinas.