10 de febrero de 2012

Animalicos

Siempre que hablo con mi madre de los gatos que hemos tenido acabamos llegando a la idea de hacer un árbol genealógico con todos los que han pasado por la casa. Y es que quien iba a pensar aquel 6 de Agosto cuando nos quedamos con Nina que 20 años después seguiríamos cuidando de sus descendientes.
Muchos son los gatos que han pasado por aquí y muchos son los que se han marchado. La vieja Nina sostiene el récord con 17 años a nuestro lado pero sus hijas, nietas, bisnietas y demás familia no han tenido tanta suerte. Al principio pensamos que había un vecino que se dedicaba a hacerlos desaparecer de malas maneras pero no fue hasta hace unos años que descubrimos parte de la verdad. No andábamos mal encaminados al pensar en un vecino pero no era quien sospechábamos.
Hay gente desalmada y estúpida capaz de sacar a pasear perros de caza sin bozal, correa o cualquier otro utensilio para controlarlos que se dedican a matar a cualquier otro animal viviente que haya cerca. Y esto no son sospechas, vimos en vivo y en directo como uno de ellos atacaba a uno de nuestros gatos dejándolo al borde de la muerte.
Otra causa de las desapariciones son los atropellos. Eso es algo que no se puede remediar, no se puede mantener encerrados a los gatos y tarde o temprano salen a la calle, vuelven, cazan, duermen encima de los techos de los coches... Los machos también son un caso a parte porque tarde o temprano salen de su territorio en busca de hembras a las que dar su amor y quizás desorientados no saben volver.
Todo esto viene porque hemos tenido gatos toda la vida. Más, menos, machos, hembras, inteligentes, graciosos, huidizos... y a todos los recuerdo con cariño. Con todos hemos intentado jugar, todos nos han despertado por la noche para entrar, de todos nos hemos reído cuando llegaban una tarde de lluvia con los pelos de punta, de todos nos hemos reído al ver que se ponían como locos cuando veían que les dábamos algo de comer...
Ayer Ayu (o Ayudante, o Mumi, o Mumante...) salió de casa. No sabemos exactamente cuando, no sabemos exáctamente como pero enseguida extrañamos su cuellito medio torcido y su graciosa forma de andar parecida a un pato. La hemos buscado, hemos preguntado pero no la hemos encontrado. ¿Qué puede hacer una gatita de escasos 7 meses por la calle si no ha salido nunca? Pensar en que ha pasado la noche en cualquier sitio sola, maullando desesperadamente, pasando frío sin el calor de sus dos hermanitas me pone muy triste y estoy cabizbajo desde que la llamé y no bajó corriendo las escaleras.
Siempre es triste perder un animal al que quieres, y es más triste todavía si ese animal además de bonito es cariñoso y gracioso. Y Ayu lo era.
O lo es. Porque aun sabiendo de las pocas posibilidades que hay sigo y seguimos pensando que va a aparecer, sigo pensando que volveré a abrazarla y a acariciar su suave pelito mientras ronronea sin parar.