23 de junio de 2011

¿Roberto?

Me encontraba yo celebrando la noche de San Juan unas horas antes de lo habitual paseando por la orilla de la playa, sintiendo como la arena se alojaba entre los dedos de mis pies y notando el sol y la brisa del mar a la vez sobre mi piel. Iba escuchando música por lo que el rumor de las olas llegaba ahogado a mis oídos, pero llego la hora de abandonar ese pequeño placer.
Con los pies llenos de arena y las chanclas todavía en la mano me dirigí a las duchas para limpiármelos cuando se me acerca una mujer y me pregunta extrañada:
-¿Roberto?-
Rápidamente me bloqueo y no se me ocurre nada que decir. Después del shock repentino consigo articular palabra:
-No soy Roberto.
-¿Estás seguro, no me engañas?- pregunta esta vez con una sonrisa.
-No soy Roberto- vuelvo a articular.
-Pues os parecéis muchísimo, vaya que si os parecéis...-
La mujer se dirige hacia la playa y yo hacia el paseo marítimo todavía sorprendido y riéndome. Es entonces cuando se me ha despertado la curiosidad. Dicen que todos tenemos un doble en el mundo. Al parecer el mio se llama Roberto. Maldita sea ¡ahora quiero saber quien es!
Roberto que te pareces mucho a mí, si por casualidad estas palabras llegan a ti ponte en contacto conmigo. Aunque ya sabemos que eso de sacar parecidos es algo muy muy personal.

17 de junio de 2011

Nunca

Suele decirse de alguien cuando se marcha para siempre que ha sido un regalo para quienes han compartido su vida con él, suelen quedarse cortos los elogios y el mensaje viene a ser que se ha ido por eso, porque algo o alguien superior a nosotros ha decidido que así sea, porque merecía estar con él, pero no deja de ser un simple consuelo. Además, en muchos casos todos esos elogios y buenas palabras suelen ser una exageración.
Pero ¿qué ocurre cuando no es así? ¿Qué ocurre cuando quien se ha ido se merece todos esos elogios y más?
Hace un año que no estás y ninguno nos acostumbramos a ello. Somos muchos los que hemos soñado que estabas aquí de nuevo, somos muchos los que hemos hablado de ello y somos muchos los que te hemos recordado pensando en que tu marcha fue la más injusta de las que podía haber.
Cuando te fuiste y aun todavía resuena en mi mente una palabra, una palabra que ha sido para mí la más dura y la más difícil de asimilar. Nunca.
Nunca fue la palabra que vino a mi mente la noche en que te fuiste, y a la siguiente, y en muchas otras, y ese nunca vino acompañado de incontables recuerdos junto a ti, recuerdos y momentos que ya nunca más se iban a repetir.
Nunca escucharía tu voz, nunca te volvería a abrazar, nunca volvería a escuchar tu risa, nunca podría volver a coger tu mano, nunca podría darte una sonrisa y nunca me la devolverías. Nunca. Nunca antes una palabra me había resultado tan dura.
Sin embargo, con el tiempo he conseguido darle la vuelta a esa dureza y conseguir que la palabra suene menos dolorosa y es que se que, pase lo que pase, nunca te podré olvidar. Nunca.
Te quise, te quiero y te querré siempre.

12 de junio de 2011

Detrás de un nombre

Estos días confluyen en la tele dos anuncios de productos diferentes que hacen referencia a los nombres. Uno de ellos dice montar una oficina para que, todo aquel que quiera cambiarse el nombre lo haga ya que es lo único que realmente no elegimos cuando venimos a este mundo. Otro, sin embargo, habla de que el nombre es la seña más importante, que el nombre es lo que te hace diferente, lo que te reconoce entre los demás y te define.
¿En qué quedamos, pues? Lo de los nombres es un cachondeo ¡me lo van a decir a mi, que para según quién me llamo de una forma diferente! Todo hubiera sido más sencillo si todo hubiera ido según los designios de mi madre que pensaba que iba a ser niña y me hubiera llamado Lucía.
Sin embargo, con esto de internet muchos nos hemos rebautizado tal vez adoptando el nombre de un personaje con el que nos identificamos, un personaje que nos gusta o simplemente un seudónimo que no deje ver los entresijos de nuestra vida privada.
Yo he tenido y usado varios nombres o nicks y cada uno tiene su pequeña historia más o menos definida o más o menos por definir. Y aquí es donde entra 'Kematasi' el más reciente.
Para mi cumpleaños, Vanessa Carlton me "regaló" un livestream donde además de cantar contestaba preguntas y sí, contestó una que le hice a través de twitter. Pues bien, al leer mi nombre de usuario lo pronunció así, Kematasi, y me hizo bastante gracia así que en su honor lo he adoptado en esta red social.
El caso es que detrás de un nombre pueden esconderse un sinfín de anécdotas y curiosidades interesantes. Preguntad a vuestra familia sobre el origen de vuestro nombre ¿por qué ese y no otro? O reflexionar sobre vuestros nombres en internet ¿por qué lo elegisteis?

6 de junio de 2011

El último con 23

“Los años pasan y se esconden…”
Los años pasan y se esconden, se esconden entre los recovecos de mi memoria y se quedan ahí aparentemente ausentes pero de vez en cuando muy presentes.
El último con 23 viene a ser como el último día del año, supuestamente un día para reflexionar.
Empecé los 23 aún pensando en los 22 porque el 22 era un número que me gustaba pero todo es cuestión de acostumbrarse y al final los 23 me han gustado porque durante este año he aprendido muchas cosas. Poco después de cumplirlos tuve que pasar varias pruebas bastante duras, pruebas que han cambiado mi vida, mi modo de enfrentarme a ella y a consecuencia de ello aprendí a llorar. Este año ha sido uno de los que más he llorado, no sé por qué pero desde hacía un tiempo me costaba mucho llorar. Había amagos, había sollozos pero no lloraba como tal. También aprendí a contestarme preguntas que aparentemente nadie más puede responder, preguntas que todavía hay veces que me vuelvo a repetir.
Durante los 23 también he conocido a mucha gente, he convivido y compartido con mucha gente que de una manera u otra han aportado un poquito más a mi vida, bueno o no tan bueno y a la que agradezco todo lo que me ha enseñado. No soy persona de guardar rencor, no soy persona de odiar realmente aunque diga cada dos por tres que sí. Considero el odio o el rencor como darle demasiada importancia a algo que ya no debería tenerla pero los sentimientos son así…
Creí odiar, creí guardar rencor porque poco tiempo después me vi envuelto en una extraña batalla, una batalla en la que no tenía intención formar parte. Una batalla de la que salí estúpidamente herido. ¿Me hirieron? ¿O tal vez me herí yo mismo? He aquí una de las cuantas famosas preguntas que decía.
Durante este año también he cerrado un círculo que debí haberlo cerrado hace ya un tiempo y a consecuencia he encontrado un frágil puente por donde cruzar el imponente abismo en el que me encontraba. Saltar no era una opción. Volver atrás tampoco. Ahora, simplemente tengo que cruzarlo poco a poco, paso a paso, sin mirar atrás y sin mirar abajo hasta encontrarme con lo que me tenga que encontrar.

“Waste away the days, waiting on a new age… but time betrays me and I get older one more year”

1 de junio de 2011

Círculo cerrado

El tranvía va atravesando las calles torpemente, sorteando coches y casas mientras apoyo mi cabeza en el cristal y miro a través de él, cansado. A través de las casas bajas se deja entrever el mar azul como el cielo y adornado por una falda de arena y es cuando escucho su silenciosa llamada, la silenciosa llamada de alguien, así que sin pensármelo dos veces bajo en la siguiente parada y fijo mi destino en la orilla del mar. Poco a poco camino hacia ella pisando los listones de madera, poco a poco siento el olor a sal colarse a través de mis sentidos y el rumor del agua estalla en mis oídos y cuando mis pies pisan por fin la arena un viejo hombre llama mi atención.
-Te estaba esperando- me sorprende una cálida voz.
-¿Nos conocemos? - pregunto torpemente, es lo único que se me ocurre decir. El hombre me mira misteriosamente, juguetea con un palo recién sacado del mar y sonríe.
-Yo te conozco a ti, yo se de ti. Tu quizás habrás oído hablar de mí. Unos me llaman Hado. Otros me llaman Destino.
-El destino no existe. El destino lo labro yo paso a paso.-le respondo desafiante.
-¿Qué te crees que hago aquí, entonces? Eres tú el que ha venido, eres tú el que me has traido hasta aquí. El hombre sigue hablado serena y cálidamente mientras juguetea con el palo. Entones, con gran agilidad, se agacha y hace un trazo en la arena.
-¿Qué ves?- me pregunta.
Poco a poco giro mi cabeza mirando atentamente el extraño dibujo. -Pues parece una "C", mayúscula.
-Perfecto. Una "C"- murmura para sí mismo. - Toma, acaba el dibujo como quieras- El viejo me tiende el palo y me mira a los ojos. Entonces, por inercia, trazo la otra mitad, trazo una "C" invertida que acaba por cerrar un círculo.
-Has cerrado el círculo- vuelve a murmurar para sí mismo. - Perfecto.- Con delicadeza me tiende la mano para que le devuelva el palo y da media vuelta, dándome la espalda.
-Por fin has cerrado el círculo. - Me dice mientras empieza a caminar.-Enhorabuena.
Perplejo observo como el hombre se va perdiendo a lo lejos mientras las olas bañan mis zapatillas y cubren el círculo que acabo de cerrar, pero misteriosamente sigue ahí, no se borra, no se va.
He cerrado un círculo que llevaba mucho tiempo abierto. Y va a seguir cerrado para siempre.