23 de abril de 2011

Capacidad de reinterpretación

El ser humano es una criatura asombrosa, de eso no hay duda. Tiene muchísimas caracterísitcas y muchísimas formas de actuar e igual de asombora es nuestra mente o nuestra capacidad de pensar porque el pensar es casi tan vital e incontrolable como el respirar: cuando queremos darnos cuenta ya lo estamos haciendo. Pensar: mantener un dialogo constante con nosotros mismos, sobre cualquier cosa, a todas horas, de noche...
De noche quizás es cuando más nos pongamos a pensar, cuando nuestro cuerpo y nuestra mente no estan centrados en una actividad concreta, cuando nos relajamos y escuchas esa vocecita interior que te dice "eh, estoy aqui". Haces un repaso del día, un repaso de tu vida en general y de tus problemas en particular porque si hay otra cosa que caracteriza al ser humano (cosa quizas no tan asombrosa) es el egocentrismo, todos pensamos que nuestros problemas son los peores, que su solución es inalcanzable y que su superación nos supondrá un bienestar casi supremo. Aqui es cuando entra esa asombrosa capacidad de reinterpretación y mantienes una profunda conversación contigo mismo analizando lo que te preocupa y tratando de dedicir que puedes hacer para que deje de hacerlo. Entonces es cuando te cambias de lado en la cama y danjas esa discusión interna con un "bah, tampoco es para tanto". Uno de los principales argumentos para llegar a esa conclusión es el pensar que siempre hay alguien en una situación peor que la tuya (y ya he hablado del famoso egocentrismo) y escuchar esos problemas o esas situaciones también ayuda a hacerte ver que lo que para ti es una montaña a escalar para otros es una simple piedrecita fácil de patear. Sin embargo y esto es algo a tener realmente en cuenta es que con ese "bah" los problemas no se solucionan y que por tanto hay que hacer algo para que esos temores no vuelvan a aparecer a la noche siguiente: reinterpretar, intentar buscar el lado positivo, una ventaja o una cara agradable para afrontarlos con seguridad y hacerlos desaparecer para siempre.
Porque si solo nos quedaramos con el lado malo de las cosas... (con el asombroso ser humano también suele pasar) el mundo dejaría de asombranos con sus pequeños e improvisados momentos de positivismo espontaneo.

17 de abril de 2011

El juego de la observación

Os voy a proponer un juego. Bueno, no es realmente un juego pero pude jugar el otro día y el resultado me pareció hasta divertido. Las reglas son sencillas: observar. Hace unas cuantas noches tuve que salir sin más compañía que la de la música y la de la fría brisa que soplaba por lo que mis sentidos estaban totalmente absortos. Sin embargo (aquí es donde entra la única regla del juego) empecé a observar atentamente todo lo que me iba encontrando por el camino y lo primero que pude observar es que es muy fácil reconocer a alguien por su manera de caminar y además de fácil me resultó muy divertido porque esa persona en cuestión lleva caminando así desde que la conozco y de eso hace bastantes años.
Otra de las cosas que pude observar y sentir es el miedo. El miedo que esta vez estaba totalmente sugestionado por mi mente que en pocos segundos se inventó una película terrible.
Es de noche, las farolas apenas alumbran mis pasos y no oigo nada más que el piano de una canción. Entonces siento como alguien sigue mis pasos, siento como alguien va detrás de mi. Es en ese momento cuando mi mente vuela pensando en posibles atracos o en posibles ataques por la espalda. -"¡Pero si no llevo nada de valor!" - oigo gritar en mi interior. Es tal esa sensación que me giro rápidamente para tratar de ver el rostro del que para mi mente es mi perseguidor, sin embargo, el que podría haber sido mi ladrón, mi secuestrador o mi asesino gira la esquina y yo sigo hacia delante. El miedo se va rápido, con un suspiro. E igual de rápido una mujer parece querer deshacerse del suyo espolsando las alfombras de su casa por el balcón inundando el aire de polvo y restos de vete a saber que justo cuando estoy pasando por debajo, pero cuando quiero mirar hacia arriba ya ha desaparecido. Todas estas cosas en otra ocasión podían haber pasado inadvertidas, pero solo con prestar un poco más de atención se llegan a percibir aspectos totalmente diferentes de cualquier acción.
Por eso os propongo que observéis, porque hay muchísimas cosas que escapan al rápido vistazo del ojo y que pasan por nuestra mente en un instante sin dejarnos nada de provecho
¿O es que no os ha pasado nunca que aún habiendo mirado el reloj seguís sin saber que hora es?

14 de abril de 2011

Mi paisaje emocional

"Abro la ventana que me invita al silencio: Mi paisaje emocional".
Mi paisaje emocional cambia según lo que haya fuera de esa ventana. Un día es un paisaje alegre, verde, soleado... Otro, sin embargo, es un paraje gris y lluvioso. La idea de esta ventana lleva en mi cabeza muchísimo tiempo y testigo son de ello otros blogs, fotologs y espacios de msn que han acabado en cualquier vertedero cibernético. Esta ventana abierta a mi paisaje emocional lejos de invitarme al silencio me invita a lo contrario, a expresarme, a tener por fin un lugar donde poder dar rienda suelta a lo que pienso y a lo que imagino sea cual sea el tema, escribir por escribir, porque disfruto con ello y porque me apetece dejar constancia de lo que pasa por mi mente sin tener que quedarse ahí. Estoy tumbado en la cama pensando que más decir mientras suena por enésima vez esta tarde el poco material que hay sobre 'Rabbits on the run', lo nuevo de Vanessa Carlton. Pero eso es otro tema que trataré en algún momento a lo largo de esta aventura.
No me queda más que dar la bienvenida y agradecer de antemano a todo aquel que se anime asomarse a esta ventana e invitarle a formar parte de cualquier paisaje que desee ya que no podría haber nada mejor que apartar cada mañana la cortina, abrir la ventana de par en par y encontrarse un paisaje diferente. Un paisaje para observar, para disfrutar y para descubrir lo que esconde en cada rincón por pequeño que sea.